lunes, 20 de junio de 2011

Algo así como vivir una revolución desde el exilio (versión completa)

Todo empezó el 15M. Yo estaba aquí, tan tranquila en Cottbus, una ciudad a menos de dos horas de Berlin, siendo consciente de que había convocada una manifestación popular en mi país.

Como antecedentes pongamos que en una manifestación alemana a la que fuí empezaron a gritar “No pasarán”, y luego una griega me dijo “El pueblo unido jamás será vencido” y empecé a pesar que joder, las manifestaciones en España a lo largo de la historia han conseguido ser ejemplo para otros países y dejar huella.

Iba siguiendo las noticias, como de costumbre, sin demasiada esperanza ni interés, cuando empecé a leer en las redes sociales comentarios de “impresionante, nunca había visto tanta gente” y similares. Me empecé a emocionar, y vi videos de prácticamente todas las ciudades de España que se habían manifestado. No quería perderme nada.

Saludé a un amigo con un “¿qué tal fue la manifestación?” y cuando me dijo que no había ido, que esos son movimientos que tan rápido surgen como se desvanecen, tuve una buena discusión.

La gente de repente empieza a hablar, y te das cuenta de que todos estamos hartos de lo mismo, pero por miedo a no ser admitidos en la sociedad nadie lo decía en voz lo suficientemente alta. "Cuatro gatos los cojones", dicen por ahí.

Y de repente uno grita “¡pues yo estoy hasta la polla! ¡Me quedo aquí hasta que me hagan caso!”. Y yo, desde Alemania, veo el vídeo de como unos cuantos deciden quedarse en Sol acampados. Y a la noche siguiente veo como los desalojan mientras ese grupo de no más de 50 personas levanta las manos y grita “no la violencia” (vídeo). Y me vuelvo a emocionar.

Se habla de #spanishrevolution y me río. Y nos reímos hasta que nos tomaron en serio y fue real.

Sol se empieza a desbordar. No puedo despegarme del twitter, de menéame, de Facebook, de youtube. Y mi amigo, el escéptico, me dice “joder, la que se está liando”. Y puedo decirle el típico “te lo dije” que siempre sienta tan bien.

Salen noticias de manifestaciones en Londres. Sale un video de Amsterdam. Empiezo a preguntar. ¿Hay algo en Berlin? Por favor, yo también quiero colaborar.

Encuentro un grupo en Facebook. Una amiga sevillana, motivada por los vídeos de su ciudad con lemas de “limpiamos coches con nuestro diploma de la universidad”, “canal sur no está aquí porque no estamos haciendo botellón” o “que no me da la gana de irme a Alemania a trabajar con una formación que me habéis pagado todos vosotros” (vídeo), está tan motivada como yo. Empezamos a presionar.

Quedamos en que deberíamos hacer manifestación ese mismo jueves, ya que la embajada está abierta (el domingo son elecciones). Mierda, encontramos otro grupo en Facebook, después de tanto discutir, que ya había organizado algo para el sábado. A la mierda, que sea ambos. Todos estamos igual, queremos salir a la calle. Vamos.

Motivadísimos, yo, mi amiga sevillana y otro amigo de Granada compramos para hacer camisetas y pancartas. Llega el jueves, llegamos a la embajada y todo son discusiones de organización. Todo muy civilizado, eso sí. Pero yo venía a gritar. Unas 200 personas pasan por allí.

Un alemán llega y nos dice que hay una manifestación organizada a las 20h por el grupo “Echte Demokratie jetz” (Democracia real ya). Tras ver nuestra pancarta y nuestro material para hacer más nos dicen que nos podemos unir a la comisión de manifestación. Allí deciden que el color que nos va a representar es el amarillo, el de nuestras camisetas y nuestra pancarta, el de sol. Terminamos de semi-organizarnos y nos vamos a Brandemburger Tor. Nos graban y salimos en unos cuantos telediarios. Nos desaloja la policía cuando ya estábamos terminando porque no estaba organizado. Creo que simplemente se habían cansado de estar bajo la lluvia.

Mi madre me llama y me dice que mi abuela no para de presumir de nieta porque la ha visto en televisión. No quepo en mí, lo admito.

Es sábado, a un día de las elecciones. El día anterior les he tenido que explicar a un par de españolas porqué eran las protestas. Tiene huevos, pero al menos me han escuchado. La manifestación de Berlin está organizada. Yo me voy con mexicanos, españolas y griegos. Unas 1000 personas dicen, aunque no me lo termine de creer, la más multitudinaria de Europa (sin contar España, por supuesto). El lema de “otro Mayo es posible” me emociona. Queremos gritar lemas en alemán, para que nos entiendan. Uno de tantos es el de “Wir sind das Volk”, nosotros somos el pueblo, el lema que llevaban las protestas que finalmente derribaron el muro de Berlin cuando, tras un error de Günter Schabowski, la gente a ambos lados terminó gritando “Wir sind ein Volk”, nosotros somos UN pueblo. Y el muro cayó. Esa historia siempre me ha emocionado.

Un venezolano llega y me dice “joder, pues sí que hay gente, deberíais ver cómo es la democracia en Venezuela antes de quejaros tanto”. “Si las cosas se hacen mal no vamos a esperar a que empeoren para empezar a quejarnos cuando ya no haya solución”.

La organización de Sol es impresionante, y veo el mapa del resto de manifestaciones. A mi abuela le dicen que he salido a mi abuelo, que estuvo en las revueltas de Madrid, y yo no puedo más que emocionarme. Quiero llorar, por primera vez en mi vida estoy orgullosa de mi país. Y ni siquiera puedo estar allí, a ver como coronan la plaza de l’ajuntament como plaça del 15 de Maig o ver como en Granada discuten sobre si tienen los mismos problemas que en Madrid o qué. O estar a las 00h en Sol el día de reflexión. Ese vídeo me sigue poniendo los pelos de punta, cómo terminan el silencio con un “El pueblo unido jamás será vencido”.

Elecciones. Las críticas empiezan a surgir. Intereconomía hace unos cuantos chistes que me pregunto si alguien se creerá. Decepción total al verlo todo azul. Qué poco me ha durado el patriotismo, digo. Joder, que soy de la Comunidad Valenciana, que tuve que madrugar, tomar un tren en un viaje de dos horas, perderme en el parque donde está la embajada española, hacer cola, volver, esperar la carta y mandarla como certificada para poder votar, y que vaya luego y salga el gilipollas de Camps. Yo me quedo en Alemania, esta gente es subnormal, son los pensamientos que empiezan a rondar por mi cabeza.

Y a los dos días me voy a una asamblea en Berlin. Discuten sobre el resultado de las elecciones y el consenso de mínimos que quiere adoptar Sol. Yo ya sé que la ley electoral es injusta, pero nunca está de más escucharlo con estadísticas. Y de repente, el que lo está explicando dice que en C. Valenciana el PP ha obtenido menos votos que las elecciones pasadas. ¿Seguro? Sí. Y un rayito de esperanza vuelve a iluminar mi cerebro. En cuanto vuelvo busco las estadísticas y efectivamente, casi 70.000 votos menos y un escaño más. Y aun así me da esperanza, y lo empiezo a publicar.

Otra manifestación, esta vez con menos gente en Alexanderplatz. Hacemos corro y quien quiera que hable por el micrófono. Viene un chico de Libia, que se encarga de corear lemas en las manifestaciones. Empieza diciendo que todos nos manifestamos por lo mismo y que debemos estar unidos. Que la única diferencia es que la gente que sale a manifestarse en su país sabe que arriesga la vida. Terminamos gritando “für die internationale Solidarität”.

Me preguntan que porqué voy tanto a Berlin. Cómo explicar que necesito estar en contacto con esa realidad tan utópica. Hay problemas con las páginas de internet y siempre me entero de las asambleas tarde y mal. Pero de vez en cuando me conecto a twitter, que por muy raro que parezca me mantiene en contacto con la realidad. Con esa realidad. La revolución se escribe con hashtag, dicen.

Barcelona. Els Mossos consiguen que salgamos en los telediarios de todo el mundo. Me acuerdo del libanés que nos decía que nosotros al menos no corríamos peligro. Dejo de ver videos, me ponen enferma. Me voy a Berlin, la embajada está llena de fotos, flores y velas. Mi amiga se ríe porque no entiende lo de las manos en alto. Al menos está allí, luego se lo explico.

Antes de que acabe mayo me quiero tatuar, y al final lo consigo el 31. Mayo del 68 siempre fue un ejemplo para mí, y vivir el mayo de 2011, aunque sea desde la distancia, me emociona. Al principio iba a significar las ideas que tenía cuando me fui de mi ciudad natal, a estas alturas simboliza que 4 años después las sigo teniendo, y de paso, que en España se están extendiendo también. Y ya puestos, que la erasmus, aunque en este post equivalga al exilio, mola, para qué nos vamos a engañar.

Me quieren como “invitada especial” en un tándem en Cottbus para que cuente la situación. Están flipaos, como si yo entendiese de Economía, simplemente me he tragado millones de videos y fotos y unas cuantas noticias. Una griega me dice que ese tándem debería ser en inglés en vez de en español, que ella se quiere enterar, que quizás podríamos hablar con algún profesor de economía para que nos haga una charla sobre la situación europea y demás. Gente con ansia de información. Me cuenta como están las cosas por Atenas y que hay un cartel gigante con un “No pasarán”. Madrid fue ejemplo de resistencia al fascismo. Hizo historia. Y la está volviendo a hacer.

19J. Manifestación convocada en toda España y buena parte del resto del mundo. Yo busco mi cita en Berlin. Mi madre me dice que va a ir a Alicante porque “indignada es poco”. En Cottbus hay festival de culturas y todos mis amigos están de fiesta. Me dicen que porqué me voy, que no me vaya, “me tengo que ir”. Si no, no me sentiría a gusto conmigo misma, la verdad. Llego, llueve, aunque se ve que ha llovido más. Encuentro gente buscando la manifestación. Pero no la encontramos. Llaman. Se ha acabado. Me hundo, pero sigo encontrando gente buscándola, que se han paseado por buena parte de Berlin. Era a las 17h y les diluvió. Son las 19h y están en un café. Me quejo un rato de la mala difusión, de que vengo de Cottbus. “Eso es motivación”, me dicen. Supongo. Al menos me voy a por mi bien merecida cerveza al café. Debato un rato con unos españoles, luego con unos griegos y un danés. Vuelvo. Salgo un rato. Un italiano me pregunta que cómo van las cosas. Compara situaciones y me dice que lo que no entiende es porqué la gente en Italia no hace lo mismo que los españoles. Que la situación es la misma. Yo sólo le puedo decir que simplemente espero que en España todo esto siga.

Me conecto a internet y me voy directa a twitter. “Los indignados rompen todas las previsiones”.

Serán las hormonas, será el patriotismo encontrado o será simplemente la emoción, pero me hacéis llorar. Y sólo puedo deciros que gracias, de todo corazón, por hacer que recobre la fe en mi país. Y en la humanidad. Por volver a creer que no es utopía. Por no tener ese tono de asco cada vez que hablo de política. Por volver a pensar que la gente no es tan egoísta como se piensa. Por poder comprobar el pacifismo y la no violencia.

Porque yo ya estaba despierta, pero no me atrevía a compartir y ya lo habéis hecho vosotros por mí.

Y porque esto no ha hecho más que empezar.

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