martes, 22 de julio de 2014

La valiente

La burgoleonesa.
La que perdió a su padre a los 15 y tuvo que ayudar a cuidar de sus hermanos mientras su madre trabajaba en otra ciudad para que saliesen adelante.
La que decidió irse a estudiar a otra ciudad.
La que escuchaba Siniestro Total y Loquillo.
La que salió con un divorciado, haciéndose íntima amiga de su exmujer.
La que se mudó a la otra punta de España.
La que disfrutaba vendiendo tickets para un barco y pegándose una comilona de vez en cuando.
La que rompió aguas en un supermercado y fue a pedir una fregona.
La que después de parir dijo que nunca más y comió bombones hasta hartar.
La que se hizo experta en briozoos trabajando por amor al arte.
La que se separó.
La que tuvo que explicarle a su hija de 6 años que su padre había ido al cielo. Le acabó enseñando el periódico para que le creyese, pero nunca la llevó al cementerio.
La que consiguió criar a una niña sola y compaginarlo con un trabajo que al principio no le gustaba.
La que se la llevaba de bares para poder tomarse unas cervezas con sus amigachos.
La que le explicó a una niña de 10 años que nunca debía depender de nadie, consiguiendo que el mensaje quedase claro.
A la que se le escapó una lágrima mientras su perra yacía en el jardin.
La que ponía hora de llegada pero nunca lo comprobaba.
La que cantó "Mata hippies en las Cies" y "Y yo me dedico sólo al vino vino vino vino" durante una noche entera (que yo viera)
La que se quejaba de que dormíamos demasiado.
La que prefería cambiar cada año de lugar de trabajo porque si no se iba a pelear con la gente.
La que consiguió que sus alumnos tuviesen 2 puntos más que la media en selectividad.
La que le dijo a su hija que con esa carrera "no nos iba a sacar de pobres" pero que si quería podía estudiar fuera.
La que la animó entusiasmada a que fuera a Alemania.
La que si hubiese conocido en su juventud, seguro hubiese sido mi gran compañera, pero ya me dejó claro que una madre está para ser madre, no para ser amiga.
La que tras 20 años trabajados la mandaron al paro (indignando a muchos), quitándole la antigüedad, para luego contratarla en la otra punta de la provincia. Y lo supo llevar con una sonrisa.
La que se las calló todas hasta que fue inevitable.
A la que le metieron químicos hasta que se le cayó el pelo y aun así prefería ir sola y no molestar a nadie.
La que en cuanto pudo se dio de alta y siguió trabajando aunque tuviese que ir todas las tardes al hospital.
La que ya lo había superado.

La que ahora tiene miedo.

Y a mi me entran ganas de gritarle que no se preocupe, que aunque ella no lo sepa es inmortal, es ese pilar básico que queda aunque todo se derrumbe alrededor. Y quiero sostener el mundo con ella, aunque no llegue, aunque no tenga fuerzas. Que no la entendemos, ¿pues cómo la vamos a entender si siempre lo ha afrontado todo en silencio? Que duele, ¿cómo no va a doler si le han quitado un cacho de dentro?

La que bromea echándonos a ver si la dejamos en paz. La que dice que sola está bien y no quiere que nos quedemos a dormir (aunque lo hagamos). La que después de la operación nos dijo que no podía hablar pero que le contásemos historias. A la que la auxiliar aplaudió cuando la vio en su primer paseo. La que soñó con queso y jamón york (y acabó hartándose). La que mejora día a día aunque no lo quiera admitir. La que en cuanto se acostumbre volverá a pasar por quirófano. A la que sólo le darán la alegría de su vida cuando salgan los resultados de los análisis (¡y se la darán!). 

A la que el verano que viene, como que me llamo María (aunque perdiese en el cara o cruz), me llevaré a Noruega. O a Islandia, ya veremos. Porque dice que no sabe si es que la miró un tuerto o qué, y yo tampoco lo entiendo. Porque ya está bien.

La que merece un texto mil veces mejor, y unos cuantos libros de los que me encantaría saber la mitad para poder escribirlos.

La que necesito, y quiero que pase todo rápido y bien, y el río vuelva a su cauce, a sus riñas de teletaxi, de que uso mucho el ordenador y de que soy una marmota. A sus llamadas (una cada mil, no vayamos a pensar) de "Mari, estudia". A su vida, que no sé cómo es, pero ha debido de ser increíble para forjar una mujer así.

La que no se merece todo esto, pero lo va a superar incluso con miedo.

Valiente.