sábado, 13 de abril de 2013

Entre Dorian Gray y Trainspotting

¿Dónde estará mi cuadro?

El que muestra la indiferencia hacia la lucha en vez de las lágrimas de emoción, el que mira con asco el futuro en vez de hablar de subir la media y salvar al mundo. ¿Por qué siguen brillando? Se deberían haber apagado de tanto trastazo, tanta incertidumbre y tanto sinsentido. De cansancio, de aburrimiento.

¿Huyo? Y otra vez más. Pero ahora en serio. ¿Para qué? Sobrevivir en vez de vivir, y lo vivido queda atrás, no hace falta más. Entonces, ¿por qué debería tratar de sobrevivir? Elige la vida, dicen, elige un empleo, una familia y preguntarte quien coño eres los domingos por la mañana. ¿Por qué iba yo a querer hacer algo así?
Y no se refleja, me encantaría verlo, el que muestre realmente el asco que está en la mente, que me enseñe las patas de gallo. Que me asuste y haga reaccionar en vez de dejar la barca a la deriva porque no sabes a que puerto quieres llegar.

El cuerpo y la mente cada vez se alejan más, no ser capaz de exteriorizar los razonamientos si no es con sonrisas, comportarte como una niña chica cuando sabes que no va a funcionar. Y si te cansas, a olvidar, pero no se nota.
 
La deriva se asemeja a la felicidad, acabar bien parece demasiado aburrido.

La imagen debe ser horrible.