miércoles, 28 de octubre de 2009
martes, 20 de octubre de 2009
Supersticiones
De esas personas que sopla a los semáforos para que se pongan en verde, aunque sepa que están perfectamente programados. De las que tiene una bolsita llena de amuletos y pide ondas electropositivas aunque niegue ser supersticiosa. De las que, si algo puede salir mal, cruza los dedos con fuerza e incluso se plantea rezar a un dios imaginario en el que no cree. Y de las que, aunque odie las etiquetas, cree en las primeras impresiones.
Porque las primeras impresiones, aunque en la mayoría de casos equivocadas, cuentan. Son las que deciden si vale la pena conocer más a esa persona o no. Son las que te pueden amargar un día (“levantarse con mal pie”) o terminar de mejorarlo.
Y por estas creencias en las que realmente no cree, piensa que si se levanta con tiempo para hacerse una buena tostada con tomate mientras ve Doraemon, el resto del día estará tirado. Que “cada mañana al despertar simplemente has de decir qué divertido es ser feliz”. Y esto también lo aplica a los años. Por eso le concede una importancia que sabe que no tienen a dos fechas: Nochevieja y su propio cumpleaños.
Solo quería empezar los veinte con un patito, el año con un beso y cada día con una sonrisa.
“Estamos trabajando en ello”.